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Jueves 26 de Diciembre de 2024

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ANAQUEL

22 de julio de 2024

SE VENDE O SE ALQUILA

“La emoción más fuerte y más antigua de la humanidad es el miedo, y el miedo más fuerte y más antiguo de todos es el miedo a lo desconocido.” Este es un clásico proverbio del género de terror. Y Eduardo Benítez lo pone en práctica en este relato de fantasmas.

SE VENDE O SE ALQUILA

El departamento era pequeño y antiguo. Estaba en un tercer piso sin ascensor. El edificio disponía en cambio de unas gastadas escaleras de mármol que conducían hasta la robusta puerta. Adentro tenía una cocina minúscula, una discreta estancia con un ventanal a la calle y una escalera caracol que permitía subir hasta el dormitorio con un baño en suite. Claramente esta parte había sido modificada posteriormente ya que su estructura no se correspondía con la antigüedad de la propiedad. 

Hacía mucho tiempo que el departamento estaba en alquiler o en venta. Paula pasaba todos los días por la esquina camino al trabajo, y veía el cartel. Ella venía ahorrando hacía mucho tiempo y un día decidió alquilarlo; el precio era muy bueno y le permitía irse de la casa de sus padres.

Con esfuerzo y la ayuda de sus amigos juntó algunos muebles y se mudó. Después de la reunión inaugural, acomodó algunas cosas y subió a dormir.

Aunque se había arropado muy bien, al rato, pasada la medianoche comenzó a sentir un frío muy intenso.

─ ¿Habré dejado abierto el ventanal del living? -pensó y, con desgano, bajó descalza las escaleras y comprobó que las cortinas flameaban.

─ ¡Qué extraño! Juraría que lo había dejado cerrado antes de subir- se dijo.

Volvió a cerrarlo y subió a acostarse. El frío continuaba, pero Paula estaba muy cansada y se durmió. 

El despertador sonó a las siete y cuarto; se duchó, se vistió y bajó a desayunar. El ventanal estaba completamente abierto. 

─ ¿Estaré tan loca? - se preguntó. Pero la premura de la hora la llevó a la calle sin cuestionarse demasiado.

Regresó como a las ocho y media. Se volvió a bañar, comió algo ligero, controló el ventanal y se fue a la cama.

Al tiempo, ya entredormida, comenzó a sentir ese frío helado y todavía somnolienta sacó una mano para constatar la temperatura pero alguien o algo se la tomó con ternura, casi acariciándola. Paula, ya entre sueños, pensó en su hermano, con quien compartía el cuarto, pero cayó en la cuenta que ahora vivía sola. Alcanzó a taparse tiritando de miedo.

Abajo, María del Carmen con su largo vestido de fiesta miraba por el ventanal mientras sus cabellos flameaban con el viento, como las cortinas.

Se dio vuelta y vio a un hombre que bajaba por la escalera caracol.

─ ¿Quién es usted? ¡Este es mi lugar! - lo increpó al desconocido.

─Y el mío también- respondió él sonriendo- Estoy aquí desde que caí del balcón, que ya no está, eso fue en los años treinta.  Podríamos compartir? - preguntó el hombre, amablemente- entre fantasmas no nos vamos a pisar las sábanas.

Ella rio. 

─Estoy muy sola-dijo.

El se acercó y le dio un beso transparente.

Aún hoy el departamento mantiene el mismo cartel: SE VENDE O SE ALQUILA.

Y Paula vive con sus padres. 

                                                                                                     

EDUARDO BENÍTEZ

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