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ANAQUEL

17 de julio de 2024

El vuelo plateado del águila Mora

Un relato de solidaridad y afecto que postula que los más nobles sentimientos pueden albergarse también en el corazón de una salvaje ave rapaz. Lucía López Rodríguez, autora chilena, nos cuenta esta historia que respira un inconfundible aire de fábula andina.

El vuelo plateado del águila Mora

La intrépida águila Mora pasaba gran parte de su tiempo fantaseando como sería su vuelo hasta lo alto de la cordillera de los Andes.

A diario la miraba desde lejos, soñando con lograr su atrevido desafío.

Sin dar aviso y con poca experiencia  se lanzó una mañana en solitario a descubrir qué había entre esos picos nevados que la inquietaban tanto.

Con gran esfuerzo logró llegar hasta la mitad de la montaña cuando una de sus alas chocó contra una roca, haciéndola caer malherida.

Desde la cima y sin inmutarse, el cóndor, poderoso rey de los Andes, observaba todo lo que ocurría en su extenso territorio, el ruido de la caída lo sacó de su quietud y en un majestuoso vuelo descendió hasta el lugar donde yacía inmóvil Mora, que al ver su imponente figura solo atinó a cerrar los ojos y esperar el zarpazo.


El cóndor, conmovido por el frágil aspecto del águila, la tomó cuidadosamente con sus garras filosas y la llevó a su nido en lo alto de la montaña. Allí, durante varios días, la alimentó y cuidó hasta verla completamente recuperada de sus heridas.

Ese tiempo que pasaron juntos hizo que naciera un vínculo afectivo muy fuerte entre ellos, que luego disfrutaron compartiendo aventuras y concretando desafíos.

Antes de que el águila Mora regresara a su mundo, el cóndor Andino le enseñó los secretos para sobrevivir en esa naturaleza tan difícil. Así, con su proceder, pudo demostrarle que el vuelo planeado, como la propia vida, no solo se trata de surcar los cielos en solitario, sino también sobreponerse a las adversidades, con fortaleza y en compañía de un buen amigo.

 

Lucía López Rodríguez

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